Por fin llegó el momento tan esperado de ir a Fátima. El viernes 6 de abril, las animadoras de la Provincia Francisco Palau salimos, muy tempranito, desde nuestras respectivas comunidades, para darnos cita en Madrid donde nos esperaba el autobús que nos llevaría al lugar deseado. Puntualmente, a las 11:00 h, iniciamos la peregrinación con mucha ilusión y gran esperanza.
Nada más arrancar el autobús nos pusimos en manos de María con la Oración Jubilar de Consagración y el canto del Ave de Fátima, y nos encomendamos a Ella como conductora espiritual de nuestro viaje y compañera de camino hacia su propio Hogar, Fátima.
La primera parada la hicimos en Salamanca, para comer y seguir disfrutando del encuentro en familia. Se unió a nuestra mesa el Padre Luís Bueno ocd, aprovechando la ocasión para ver y estar con la hermana Karmele Barrenechea a quien conocía desde tiempo atrás en sus años de misioneros. Tras la comida, algunas hermanas, guiadas por el mismo Padre Luís, aprovecharon para visitar la Catedral e inmortalizar el momento.
Durante el trayecto desde Salamanca a Viseu, pudimos disfrutar de la película “La Señora de Fátima” que nos ayudó a impregnarnos del ambiente y mensaje propios de nuestro lugar de destino: un lugar santo y lleno de esperanza; un lugar con un mensaje claro, el mismo que un día la Virgen aceptó con humildad al decir sin condición alguna: “Hágase en mí, según tu Voluntad”.
A media tarde llegamos a Viseu en medio de un paisaje lluvioso. Las hermanas de la comunidad salieron a recibirnos bajo la lluvia, alegres y sonrientes por el fortuito encuentro que con tanto cariño se había programado de antemano. Tras los abrazos de acogida y gestos fraternos, nos enseñaron las dependencias de la casa, dentro del Centro Socio-Pastoral Diocesano. El director del mismo, P. Miguel de Abreu, nos dio una calurosa bienvenida en la Capilla de este mismo lugar, y nos fue explicando cada una de sus dependencias y la finalidad de las mismas. Nos dijo que el nuevo proyecto del centro de pastoral tiene como principal objetivo la asistencia a la tercera edad, en régimen de residencia de ancianos. Las hermanas Albana y Rosa María son las encargadas de la animación espiritual y la terapia ocupacional.
Tras una merienda-cena, abundante y deliciosa, preparada con sumo cariño por nuestras hermanas, nos despedimos dando gracias a Dios por los dones recibidos, y gracias a las hermanas por su trato delicado y su extraordinaria acogida. Llegamos a Fátima al anochecer, y nos alojamos en el Centro “Domus Carmeli” regentado por los Padres Carmelitas Descalzos, y ubicado muy cerca del Santuario y demás lugares del recinto.
Pasada la noche, enfrentamos la primera jornada del sábado día 7. A las 09:30 h salimos en autobús hacia los Valinhos. La primera cita fue un recorrido muy especial por el Vía Crucis, dispuesto sobre el camino que los tres pastorcitos recorrían desde su aldea de Aljustrel para llegar a Cova de Iría, pastoreando sus rebaños. Dicho recorrido lo hicimos en silencio y oración. La hermana Manoli Delgado actuó de guía de este itinerario de luz, aludiendo a las vidas luminosas de los pastorcitos y teniendo en cuenta cada uno de los puntos de la homilía del Papa en la Misa de canonización de Jacinta y Francisco, el 13 de mayo de 2017. El paisaje, absolutamente natural, auténtico, con la paz propia del ambiente campestre, daba la sensación de que, en cualquier momento, los pastorcitos podrían aparecer caminando.
Durante el trayecto entre la 8ª y 9ª estaciones del Via Crucis, llegamos a un lugar muy especial, en Valinhos, donde se sitúa un monumento de la Santísima Virgen que conmemora la aparición que tuvo lugar el 19 de agosto de 1917. La fuerza que transmite ese lugar es inexplicable. A continuación, otro lugar emblemático: el monumento de la aparición del ángel a los pastorcitos en Loca do Cabeço. Contemplar el monumento produce mucha paz y reconforta en lo más hondo.
Finalizamos el recorrido en un espacio abierto donde se sitúa el denominado Calvario Húngaro, bajo el cual se encuentra la capilla de San Esteban, rey de Hungría. El conjunto fue ofrecido por los católicos húngaros, y constituye un lugar que invita a la paz, el silencio y la oración.
Después de este emotivo recorrido, nos dirigimos a sendos lugares igualmente significativos: las casas de los pastorcitos en Aljustrel, comenzando por la casa de Lucía, en cuyo patio pudimos contemplar el pozo junto al cual tuvo lugar la segunda aparición del ángel y, a unos 200 metros, la casa de Jacinta y Francisco. ¡Qué emoción pisar y presenciar lugares tan santos! Como si no hubiera pasado el tiempo.
Con un corazón lleno de paz y agradecido por el testimonio de estos niños, regresamos a Domus Carmeli para comer, compartir emociones, descansar un poco y poder seguir la jornada de la tarde.
A las 16:00 h visitamos a Nuestra Señora de Fátima en la Capilla de las Apariciones (Capelinha). Estar en ese lugar tan significativo es una emoción difícil de explicar. Allí sientes la dulzura que un niño pequeño percibe cuando recibe el tierno abrazo de su madre. La imagen de la Virgen se sitúa en un pedestal, indicando el lugar exacto de la encina sobre la cual la Santísima Virgen se apareció a los pastorcitos en los meses de mayo, junio, julio, septiembre y octubre de 1917.
Tras escuchar las explicaciones de la hermana Manoli, que nos guió en todo momento sin escatimar detalle, nos introdujimos en la magnífica explanada del Santuario. Llaman la atención la cantidad de gente que hay en el quemadero de velas al lado de la Capilla de las Apariciones y el camino que hay expresamente para los peregrinos que hacen penitencia, arrodillados, hasta las escaleras del Santuario.
Dentro de este recinto visitamos la Basílica de la Santísima Trinidad, de forma circular, construida para poder albergar a miles de peregrinos en los días y celebraciones de considerable afluencia. Impresiona el mosaico, de tema apocalíptico, retablo del presbiterio. Una mirada contemplativa, nos conduce a la Jerusalén celestial, en este caso toda de oro, como una luz encendida que nunca se acaba. Da la sensación de que todo el presbiterio esté impregnado por el dinamismo de la luz. Impresionante la imagen de Nuestra Señora de Fátima situada también en el presbiterio, de mármol de Carrara. En ella se destaca el corazón y el rosario, elementos centrales de la devoción mariana.
Seguidamente tuvimos tiempo libre hasta la hora de la Eucaristía. Lo aprovechamos para comprar velas e introducirlas en el quemadero de ofrendas, acompañadas de oraciones de acción de gracias e intenciones varias. De allí nos acercamos a las tiendas para comprar algunos objetos religiosos como detalle para llevar a las hermanas de nuestras comunidades.
Llegó la hora de la celebración de la Santa Misa y entramos en el Santuario para participar en ella. En medio de la solemnidad, nos unimos a la devoción y a los cantos del resto de los asistentes, y dimos gracias a Dios por la oportunidad de estar allí. Al final de la misa, el sacerdote bendijo los objetos religiosos, cosa que nos alegró mucho. En el interior de la Basílica, visitamos las tumbas de los pastorcitos Lucía, Jacinta y Francisco, estos dos últimos canonizados recientemente. Hicimos un momento de oración y meditamos sobre estos pequeños héroes que supieron asimilar de manera tan profunda el mensaje ofrecido por Nuestra Señora.
Seguidamente regresamos a nuestro alojamiento con el fin de cenar y prepararnos para el final de la jornada, que consistió en el rezo del Santo Rosario en la Capelinha, constituyendo el momento idóneo para encomendarnos a Nuestra Señora y emocionarnos al oír el sonido de las campanas de la Basílica. Noche de luz, noche de antorchas encendidas que alumbraban la procesión por la majestuosa explanada. El discurrir de los peregrinos con sus velas encendidas es armonioso, destacando la bella imagen de Nuestra Señora, que avanzaba entre la multitud, contemplándonos a todos con su maternal y bondadosa mirada. ¡Cuánta emoción, devoción y amor a la Madre!
En algunos momentos del día estuvo presente la lluvia, tal y como había sido pronosticada por el parte meteorológico; pero no se interpuso para nada en nuestro camino, pues en los momentos en que nos tocaba conectar con el exterior, esta jugaba graciosamente al escondite, dando preferencia al sol para iluminar nuestros pasos.
El domingo 8, después del desayuno, iniciamos la ruta de regreso, satisfechas por las experiencias vividas durante estos días de gracia. Abrimos camino con la oración de la mañana de este segundo domingo de Pascua, preparada y ambientada con esmero por nuestra hermana Sayo. Luego nos pusimos a cantar, jubilosas, sacando a colación todo el repertorio de canciones de nuestros lugares de origen: habaneras, himnos regionales, pupurri…
Entre cantos y alegría llegamos a Navalmoral de la Mata (Cáceres). Allí nos esperaba de nuevo el ágape fraterno, una comida estupenda, muy bien servida por los dueños del restaurante que nos acogieron con suma simpatía y cordialidad. Fue otro de los momentos donde destacaron los valores de la convivencia, la unidad y el espíritu de familia.
La llegada a Madrid se produjo sobre las seis de la tarde. Desde allí proseguimos viaje a nuestras respectivas comunidades, con el cansancio lógico después de tantas horas de viaje, pero con la satisfacción que genera el haber cultivado la amistad fraternal, con la alegría de haber ido al encuentro de la Santísima Virgen, con el agradecimiento sincero a Ella por habernos recibido en su Casa de Fátima.
Cómo no, gracias mil a nuestra hermana Olga y equipo provincial, por la oportunidad brindada y por hacer de nuestra peregrinación una experiencia única e inolvidable. Gracias también a la hermana Antonia Agulló, nuestra “paparazzi”, ejerciendo su especialidad de fotógrafo para dejar constancia y hacer historia de cada uno de los momentos vividos con tanta intensidad. A la hermana Manoli, nuestra guía incondicional y apoyo en nuestra visita a Fátima. Visita que ha dejado en todas nosotras una profunda huella de la auténtica devoción y amor a nuestra Madre María. Gracias a todas y cada una de las hermanas que hemos tenido la suerte de ser protagonistas de este encuentro y de vivir esta experiencia de fe.
Una vez más, en María encontramos el modelo. Que Ella nos ayude a ser mujeres de profunda vida teologal; abiertas al devenir de los tiempos; audaces y creativas. De tal manera que, engalanadas con el traje de la fe, la esperanza y la caridad, fiemos siempre de Dios y de su Madre, fiemos a ellos todas nuestras cosas y no seremos burladas ni confusas en nuestras esperanzas (Francisco Palau, carta 56)
Rosario Montero Villalba