Cuarta entrega del testimonio la “abuela de brazos largos”. 

 

“Apenas tomé el sueño, me despertó lleno de espanto y de terror la visión de mil espectros, a cuál más horrible. Vi a esa misma Joven en apuros los más críticos. Entre las tinieblas más espesas de una noche mala estaba sola, su aspecto muy triste, vestida de luto, cubierta con un velo negro, y oraba al pie de un enorme árbol. No pude distinguir sino su bulto, y no obstante, yo la conocía y entendía estaba muy amargada…

Dio un grito de horror: ¡Padre mío, Padre mío! Y desapareció. Esta vez era muy joven, apenas tendría unos doce años. La vi muy en obscuro, cubierta con su velo”.

(Francisco Palau, M.R. Fragmento VII, 2-3)

 

¡Pensaba que sabía algo de la dureza de la vida!

Sí, aunque sea en pequeños sorbos he ido experimentando a lo largo de mi vida la dureza de la misma. Experimenté en mi propia familia los momentos duros de las despedidas repentinas de los que amas, más bien de su desaparición sin despedida. Compartí en Venezuela la situación de tantas familias que carecían de lo más elemental y, simplemente, sobrevivían como podían. Ví con mis propios ojos el horror de los campos de refugiados de Goma, donde los niños morían de pura hambre y diarrea, mientras el mundo permanecía impasible o las naciones enviaban medicamentos para cuidar su imagen, ya que muchos eran medicamentos caducados. Experimenté cómo prevalece tantas veces la injusticia trabajando en prisiones…Y, aún me quedaba un mundo por descubrir, un mundo horrendo ante el cual casi todo el mundo calla y mira hacia otro lado.

Sabía, claro, que existía el mercado de la trata de seres humanos. Pero ni de lejos pensaba que podía tener las dimensiones que tiene. Y, ¡qué decir de su crueldad! Aún se me pone carne de gallina y se me saltan las lágrimas al recordar o leer los testimonios que a lo largo de estos meses han llegado a mí.

Los treinta y tres primeros liberados, me parecían un mundo. Empecé pronto a darme cuenta de las dimensiones cuando se empezaron a sumar a cientos. No, no me confundo ni exagero. Habéis leído bien. A cientos.

De este modo, en unos meses estábamos en 8. 126. Y, eso sí que me parecía un mundo. Qué terrible leer estos días en un informe del Vaticano que el número de víctimas de la trata de personas humanas en nuestro mundo se calcula que es de 40.000.000.

40.000.000

Podemos seguir mirando hacia otro lado. Podemos seguir decidiendo no creer. Es tu decisión. O podemos grabar esta cifra en nuestra cabeza y en nuestro corazón hasta que nos duela. Su grito retumba en el mundo y debiera retumbar en nuestras conciencias.

Nos espantan las esclavitudes que han ido marcando la historia de la humanidad en otros tiempos. La tragedia sufrida por nuestros hermanos negros por el color de su piel. El exterminio de tantos pueblos indígenas por ser diferentes. Tantas víctimas del holocausto nazi por ser de otra raza. Y, siempre, porque hubo personas cerca que optaron por mirar hacia otro lado. Porque optaron por no dar crédito a lo que les decían e incluso a lo que veían sus ojos. Cuánto de defensa del propio estilo de vida. Cuanto de egoísmo. Cuánto de intereses económicos. Cuánto de poder. Cuanto de indiferencia ante el dolor de otras personas.

Niños y jóvenes hacinados en pequeños espacios, esperando el momento de complacer a sus clientes, o el momento de sufrir torturas hasta ver quien aguanta más o hasta que uno muera. Jóvenes violadas para que den a luz y tener más criaturas para sus fines. Niños, así que nacen y permanecen en poder de las mafias, que nunca conocen una familia, que no van a la escuela, que no saben lo que es el cariño o el cuidado, sino el que se brindan entre ellos unos a otros… Sí, sin duda, existen los monstruos y existen las víctimas. La indiferencia y ceguera de muchas “buenas personas” permitió que se diera el holocausto nazi. La nuestra permite que esta realidad exista en nuestro mundo.

Son testimonios reales. Te lo aseguro.

Dios, Santa o los duendes nos escuchó, no podían dejarnos más aquí, íbamos a morir todos, en estas fechas incluso algunos o muchos, pagan por el servicio con cadáveres, les gusta.
Es un milagro… no lo puedo creer todavía, ellos, y señala a los niños, son mi familia, aquí los invisibles somos todos familia, no tenemos más familia que la unos a los otros… y duele ver morir y sufrir a la familia y no poder hacer nada porque estás igual o peor que ellos…
(Rompe en llanto y ya no vuelve a hablar)

En la casa, los monstruos adornaron todo para los clientes… y ellos decían como lema: paz, libertad y placer en esta Navidad.
Yo quería eso, paz, que no me toquen, ni hagan daño, ni todas esas cosas feas que duelen, que no me droguen, que si no podía evitarse al menos que fuera con uno solo y no con los 10 que me compraron. Eso duele mucho…

Tú decides:

Crees y eliges colaborar en favor de estos niños y jóvenes

o

miras hacia otro lado y te tapas oídos y corazón

Tu corazón se irá endureciendo como una piedra, si no, no podrás sobrevivir.

¿Cómo hacerlo sin sangrar por tanto dolor?

También vosotras, hermanas cmt, no penséis que nuestra opción de vida nos sitúa en otro ámbito, o que es una realidad ajena a nuestro carisma. ¿Qué haría Palau ante esta realidad? Sé que muchas oráis ya sin cesar por esta causa. Cada una ha tomado su decisión.  Pero ¡cuidado! no sea que alguna, no sé por qué oscuros intereses, se haya posicionado del lado del dolor y del mal.

Ellos, niños y jóvenes, nos gritan pidiendo ayuda. ¡Escucha su grito! Aliéntales con tu oración y tu abrazo. No te despistes. Es su vida lo que está en riesgo. Su vida depende de nosotras/os. Su vida, su dolor, su dignidad. Dios lucha “a brazo partido” por ellos, pero necesita nuestra colaboración.

Luchemos juntos por su dignidad.

 

Yo decido PERMANECER

¿Y TÚ?

 

Olga Olano cmt

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La Hna. Olga Olano, española, Carmelitas Misioneras Teresianas. Mujer apasionada por el ser humano, empeñada por sanar las heridas de Dios hecho humanidad.

Ha dado a conocer su talante misionero en su tierra natal y en Venezuela, implicada en lo social y sanitario. Enviada a la comunidad en Palma de Mallorca, desarrolló su apostolado en la cárcel, donde ejerció la profesión médica.

Fue Superiora Provincial durante tres trienios.

Nombrada maestra de novicias acompañó a las formandas de la provincia europea.

Actualmente, una de las Consejeras que caminan junto con la Animadora Provincial en la Provincia Francisco Palau de Europa.