Tanto discernimiento que ni nos dio tiempo de preparar cualquier cosa.
Hemos dedicado la jornada al discernimiento de las presencias, comunidades que creemos no pueden faltar en el diseño de la Provincia, dado su significación carismática, el impacto en la realidad social y espiritual del lugar, en la pluralidad de las dimensiones.
Y poco a poco, se va acabando el tiempo de esta asamblea capitular. Queda delante una jornada completa de trabajo.
Antes de terminar queremos presenatros el simbolismo de nuestro logo.
SIGNIFICADO DEL LOGO DEL III CAPÍTULO PROVINCIAL
Toda la figura es una representación interconectada del tema “Centradas en la Misión, tejemos relaciones nuevas”.
Las tres personas representan la Trinidad, la comunidad perfecta, a la que cada comunidad debe mirar como modelo y meta. Simbolizan también la vida fraterna que brota de la Trinidad, cuyo deseo es que vivamos una relación íntima con Aquel que nos amó primero (Const. 38).
Las líneas curvas muestran varios simbolismos. Los colores azul, amarillo, rojo y verde simbolizan los cuatro ejes de nuestra misión como familia palautiana: crear comunión dondequiera que estemos; anunciar la belleza de todo ser humano; restaurar la belleza del Cuerpo herido de la Iglesia y escuchar y responder a sus necesidades más urgentes. Además, representan al Espíritu Santo en forma de paloma. Vivificados y animados por el Espíritu Santo, avanzamos hacia la realización del sueño de Dios de que vivamos plenamente nuestra verdadera identidad como hijos e hijas suyos. Las dos curvas marrones de la Trinidad representan nuestro amor por Dios y el prójimo, que surge de la relación con Cristo-Cabeza moviéndose hacia afuera para encontrar el Cuerpo, la Iglesia. Por lo tanto, significa nuestra pasión por Dios y por las personas. Todas estas líneas están unidas formando un tejido que describe nuestra identidad como creadores de comunión, así como nuestra honda necesidad de fomentar la cultura del encuentro, de nuevas relaciones (profundas, abiertas, gratuitas y eclesiales).
La cruz es el símbolo de Cristo, Cabeza de la Iglesia. Su entrega en la cruz expresa cuánto somos amados; y ese amor nos impulsa a estar disponibles para ir a donde su gloria nos llame.
Toda la pieza está envuelta en luz. La luz significa que centramos nuestra vida en la misión, de la que brota el sentido de nuestra consagración y la razón de nuestra existencia como familia. Como misioneros palautianos, esta luz es la que llevamos dentro y la que nos acerca a nuestros hermanos y hermanas, con la mirada fija en el Cuerpo herido, la Iglesia.
Hna. Clarynse Subijano, cmt