Su vida fue un don para muchas personas, para la Iglesia que la ha consagrado misionera, para nuestra comunidad y colegio, para su querida familia.

Una vida sencilla que nace en Lascellas, provincia de Huesca, el día 2 de enero de 1926 y que se desarrolla en familia hasta el año 1958 en el que responde con generosidad a la llamada del Señor y entra en la Congregación para iniciar el proceso de formación en Tarragona. Al finalizar dicho período es destinada a Benabarre, Colegio Santa Elena, en el 1960, donde da sus primeros pasos como misionera a través de los servicios que se le encomiendan.

A Novelda llega el 2 de octubre de 1963 y permanece en la comunidad hasta que el Señor la ha llamado. Han sido 57 largos años de entrega a través de distintos servicios al Colegio y comunidad. En ella también se ha hecho vida la frase del P. Palau “Porque te amo, oh Iglesia Santa busco en los servicios ocasión de complacerte” a sido una experta en “dar de comer al hambriento” a lo largo de los muchos años que ha dirigido el comedor del colegio y ha elaborado menús para los niños y para la comunidad.

Una vida caracterizada por la alegría, la simpatía, la buena conversación, la oración de intercesión y el interés por las personas.  Ha derrochado bondad, disponibilidad, y cuidado en la gestión del comedor del colegio. Muchas generaciones se han nutrido de su buen hacer en la elaboración de los menús y la recuerdan con cariño.

Su amor a la Iglesia: Dios y los prójimos la ha llevado a descubrir en cada rostro y en especial en el de los niños, una persona digna de ser amada, acompañada y cuidada. Ha sido una persona muy atenta a las necesidades de los demás, gran conocedora de las familias del pueblo con las que se relacionaba con gran cercanía, familiaridad y siempre dispuesta a acoger sus necesidades, a ofrecer una palabra de aliento y a orar por ellas.

En la última etapa de si vida, cuando la enfermedad se ha ido haciendo cada vez más presente, ha necesitado ser cuidada, acompañada y sostenida. Ha gozado del cariño de su familia que la ha visitado y seguido en todo el proceso y de la comunidad que ha puesto a su disposición todos los cuidados necesarios.

Por tanto, su principal ocupación ha sido orar y ofrecer su dolor por la Iglesia, a través del Rosario como gran devota de la Virgen María y de la celebración de la Eucaristía en comunidad. Muchas horas ha compartido con otras hermanas también enfermas y limitadas con las que se ha nutrido de lecturas y de las celebraciones eucarísticas y acontecimientos de la Iglesia gracias a la televisión y a los canales de la iglesia. Este medio le ha ayudado a conocer tantas necesidades de nuestro mundo y a mantener el espíritu misionero vivo.

Siempre ha mostrado gran interés por la vida de la Congregación y el Señor le ha concedido poder participar de la vida fraterna en comunidad hasta sus últimos días. Y así el primer viernes del mes, 7 de febrero, en el que se celebra la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, Pilar pasó a gozar de la presencia de su “cosa amada” como dice el P. Palau “El Hijo de Dios es tu cosa amada y tu amante, es el objeto de tu vida y de tus miradas” (Cta. 74) y el sábado, 8 de febrero, en la capilla donde reposan los restos de la H. Teresa Mira, se ha celebrado la Eucaristía de acción de gracias por su vida vivida en fidelidad a la vocación recibida.